Fuego destruye mezquita en Barcelona antes de su apertura

Fuego destruye mezquita en Barcelona antes de su apertura: ¿estaba correctamente ignifugada?

La madrugada del pasado lunes, el silencio de la localidad barcelonesa de Piera fue interrumpido por las llamas. Un incendio arrasó con la mezquita que estaba a punto de abrir sus puertas al culto. Aún no había cortado su cinta inaugural y ya ha sido reducida a cenizas. Mientras los Mossos d’Esquadra investigan las causas —sin descartar ninguna hipótesis, incluida la del ataque intencionado— surge una pregunta que se clava como una espina en el debate público: ¿estaba esta mezquita protegida contra incendios como exige la normativa?

Un templo devorado antes de nacer

Todo ocurrió sobre las 3:36 de la madrugada. La Policía Local de Piera recibió el aviso: el edificio religioso ardía en la carretera del Bedorc. Minutos después, los bomberos se encontraron una de las entradas principales engullida por el fuego, que rápidamente se propagó por el resto del inmueble. Afortunadamente, no había personas en su interior y no se registraron heridos. Pero las consecuencias materiales y emocionales son devastadoras.

Desde el Ayuntamiento de Piera se mantiene un discurso prudente. La alcaldesa, Carme González Anjaumà, ha pedido “calma” y ha agradecido la rápida actuación de los cuerpos de seguridad, mientras se recaban datos que ayuden a esclarecer lo ocurrido. Sin embargo, en el municipio ya resuenan con fuerza las voces que denuncian un presunto acto islamófobo. La Unitat Contra el Feixisme i el Racisme (UCFR) no ha dudado en calificar el incendio de “ataque contra la libertad religiosa”.

Pero en paralelo a la investigación policial, se abre un debate incómodo, técnico, pero crucial: ¿cumplía el edificio con los sistemas adecuados de protección pasiva y activa contra incendios? Porque si no es así, más allá de las posibles intenciones del fuego, lo que falló fue la contención.

La ignifugación: una barrera invisible que salva vidas (y edificios)

En toda construcción, más aún cuando se trata de lugares destinados a la afluencia pública, como centros de culto, escuelas o naves industriales, el uso de materiales ignífugos no es opcional, es obligatorio. Se llama protección pasiva contra incendios, y consiste en aplicar tratamientos o utilizar materiales que retrasan o impiden la propagación del fuego. ¿Qué hubiese ocurrido en Piera si se hubiesen empleado correctamente esos sistemas?

El uso de recubrimientos intumescentes, barnices ignífugos o paneles de reacción controlada al fuego puede marcar la diferencia entre la tragedia y el susto. Porque no se trata solo de cumplir una normativa, se trata de anticiparse a lo peor. En este contexto, conviene recordar que existen empresas especializadas en este tipo de soluciones, como la ignifugacion, que ofrecen tratamientos certificados y adaptados a cada tipo de construcción.

¿Qué dice la ley? Normativa contra incendios y obligaciones legales

La normativa vigente en España, tanto a nivel nacional como autonómico, es clara al respecto. El Código Técnico de la Edificación (CTE) exige que todos los locales de pública concurrencia cuenten con sistemas de protección pasiva y activa. Esto incluye sistemas automáticos de detección, señalización, salidas de emergencia y, por supuesto, ignifugación de estructuras, revestimientos y mobiliario.

Una de las claves del caso de la mezquita es saber si el edificio contaba con su correspondiente certificado de ignifugación. Este documento acredita que se han aplicado los tratamientos pertinentes y que el inmueble está preparado para resistir un incendio el tiempo suficiente como para evacuar a los ocupantes y permitir la intervención de los bomberos. Si no lo tenía, la tragedia adquiere un matiz de negligencia.

El fuego no solo destruye: también señala negligencias

Lo sucedido en Piera no es un caso aislado. En los últimos años, numerosos incendios en naves industriales, locales de ocio o edificios públicos han puesto de manifiesto deficiencias en la prevención. Porque mientras se debate sobre causas intencionadas o accidentales, la pregunta fundamental permanece: ¿estaban preparados esos edificios para resistir el fuego?

En el caso de la mezquita, se desconocen aún los detalles técnicos de la estructura, pero resulta inquietante que las llamas la consumieran por completo en cuestión de minutos. Según los expertos, cuando una construcción está correctamente tratada, como indican estudios sobre cómo actúan las ignifugaciones cuando ocurre un incendio, se puede contener el avance de las llamas durante más de 60 minutos, ganando un tiempo valiosísimo.

Entre la tragedia y la lección

La destrucción de una mezquita en vísperas de su apertura es, sin duda, una noticia que golpea por su carga simbólica y social. Pero también debe servir como recordatorio de que la prevención contra incendios no puede ser un mero trámite administrativo. Debe ser una exigencia técnica real, verificada y cumplida con rigor.

En un país como España, donde los veranos traen altas temperaturas y las ciudades conviven con edificios de diversa antigüedad, la inversión en ignifugaciones no es una opción, es una necesidad. La pregunta, entonces, ya no es solo quién o qué provocó el incendio de la mezquita de Piera, sino si la infraestructura estaba preparada para resistirlo. Y si no lo estaba, ¿cuántos edificios más están en la misma situación?

Mientras las autoridades investigan, nosotros, como sociedad, debemos exigir responsabilidad y cumplimiento normativo. Porque donde no llega la sospecha, llega la prevención. Y eso, a veces, salva lo que el fuego no perdona.