Más extintores, menos incendios: la estrategia real para combatir el calor en tiempos de fuego.
La prevención contra incendios ya no es una sugerencia, es una obligación colectiva
Señoras, señores… siéntense bien, abróchense el sentido común y prepárense para una ráfaga de realidad. Porque mientras usted sopla su abanico o programa el aire acondicionado a 19 grados, el monte arde. Y no es metáfora. El verano ha decidido convertirse en un pirómano profesional y lo mínimo que podemos hacer —como sociedad, como vecinos, como simples supervivientes— es plantar cara con cabeza.
En esta España nuestra, donde el campo es secano y el asfalto, una plancha de grill, los incendios no se apagan solos. Y la clave para que no estalle todo como una cerilla no está únicamente en helicópteros ni en mangueras de 20 metros, sino en algo más simple, más cotidiano, más útil: el extintor.
Sí, el extintor. Ese cilindro rojo olvidado en esquinas polvorientas que, bien usado, puede salvar hectáreas y vidas.
Extintores: el aliado silencioso que debería estar en cada esquina
No hablamos de lujo ni de exageración, hablamos de lógica. En un país donde la temperatura toca el violín con los 45 grados y el viento hace de fuelle, tener extintores a la vista no es una medida de prevención, es una urgencia institucional.
Y no, no basta con que los tengan en la sala de calderas de los edificios oficiales o en un rincón del supermercado. Hacen falta más. Muchos más. En comunidades, garajes, portales, centros de salud, casas de campo, gasolineras, bares, autobuses, oficinas, incluso en esas furgonetas que reparten alegría en forma de cerveza helada.
Porque cuando el fuego aparece, lo hace sin aviso. Y cuando la chispa prende, el tiempo se mide en segundos, no en discursos.
¿Qué tipo de extintor necesitamos realmente? El «extintor abc», el rey de los básicos
A estas alturas del partido, conviene ser prácticos. Si vamos a hablar de tener extintores a mano, hablemos del más polivalente, del que sirve para casi todo: el extintor abc.
Este artilugio, que debería figurar en la lista de imprescindibles junto a la aspirina o el número de emergencias, actúa sobre fuegos de origen sólido, líquido y gaseoso. Vamos, lo que viene siendo casi todo lo que puede arder en una vivienda, oficina o coche.
¿Un cortocircuito? Lo apaga. ¿Aceite prendido? También. ¿Papel, plástico, madera? Ni se inmuta.
Por eso el extintor abc es el comodín perfecto para quienes no son bomberos pero tampoco quieren ver su casa convertida en un asador improvisado.
¿Cuánto cuesta un extintor? Menos de lo que cuesta una desgracia
Aquí viene la pregunta del millón, o mejor dicho, de los 30 euros: ¿cuanto cuesta un extintor? Pues mire usted, menos de lo que gasta en una cena mediocre de fin de semana.
Por el precio de tres hamburguesas gourmet, usted puede tener en su salón un dispositivo que le salva la vida. Así, sin adornos. Porque un extintor básico de 6 kilos cuesta entre 25 y 40 euros. Y si decide optar por uno más pequeño para el coche o más grande para la oficina, los precios suben un poco, pero no se disparan.
La verdadera pregunta no es “¿cuánto cuesta un extintor?”, sino: ¿cuánto vale su tranquilidad?
¿Cuántos extintores debe haber por metro cuadrado?
¿cuántos extintores debe haber por metro cuadrado? Ah, amigo lector, no todo queda en voluntad. También hay reglas. Y en esto la normativa es clara como el agua. La cantidad de extintores depende del tipo de espacio, el riesgo y los metros cuadrados.
Pero, para no perdernos entre párrafos legales, la recomendación general es que haya al menos un extintor cada 15 metros lineales o uno cada 100 metros cuadrados.
Y eso en condiciones estándar. Si hablamos de zonas de alto riesgo —cocinas industriales, talleres, almacenes— la frecuencia debe aumentar. No se trata de sembrar extintores como quien reparte flores, pero casi.
Lo importante es que estén cerca, accesibles, cargados y, por supuesto, visibles. Un extintor escondido detrás de una planta o con el precinto caducado sirve tanto como un paraguas en medio de un incendio forestal.
Más calor, más fuego, más responsabilidad
Volvamos al origen. El calor aprieta, los campos están secos como una mojama y el aire huele a peligro. En 2025, el aumento de las temperaturas no es un aviso del tiempo, es una amenaza directa.
Y ante esa amenaza, no caben excusas. Ni por parte de las instituciones, ni de las comunidades, ni de los particulares. Tener extintores suficientes no es un gesto simbólico, es la diferencia entre susto y tragedia.
Y no hablemos de ahorro. Que después vienen los lamentos. Que si el seguro no cubre, que si la pérdida fue total, que si solo fueron unos minutos… Y todo por no tener un extintor a mano.
Extintores: una inversión barata con retorno incalculable
Incluir extintores en el día a día es como llevar cinturón de seguridad: no molesta y puede salvar vidas.
Empresas, comunidades de vecinos, ayuntamientos, responsables de eventos, propietarios rurales… todos deberían asumir que la instalación de extintores no es un añadido, es un básico.
Y no vale con comprarlos y colgarlos como adorno. Hay que revisarlos periódicamente, recargarlos cuando toca, cambiar los que están caducados y formar a la gente para usarlos. Porque un extintor no hace milagros si nadie sabe activarlo.
Prevención activa, no pasiva
No esperemos a que las noticias muestren montes carbonizados, casas reducidas a cenizas y lágrimas a cámara lenta. No convirtamos lo evitable en inevitable.
Porque la prevención real empieza en lo pequeño: en el extintor que cuelga en la pared, en la revisión mensual, en saber que está ahí y que funciona.
Y si de verdad queremos evitar que el calor se convierta en incendio, empecemos por lo más básico. Pongamos extintores donde haga falta. Donde se necesiten. Donde puedan marcar la diferencia.
