Cierran una churrería en Málaga por no contar con campana extractora industrial
Querido lector, póngase en situación. Domingo por la mañana, olor a aceite y masa recién frita en el aire, y usted, con una bolsa de papel en la mano y una sonrisa en la cara. Pero esa escena costumbrista, tan española como el sol del Mediterráneo, se ha visto interrumpida en el corazón del distrito de Carretera de Cádiz, Málaga. ¿La razón? El Ayuntamiento ha decidido cerrar una churrería por no contar con una campana extractora industrial. Sí, como lo oye: churros, sí, pero sin humo. Y el humo, créame, no se va por arte de magia.
Una inspección con sabor amargo
Todo comenzó con una primera inspección técnica llevada a cabo por el Área de Comercio, Vía Pública y Fomento de la Actividad Empresarial del Ayuntamiento de Málaga. Los técnicos, que no están para bromas ni para desayunar, detectaron múltiples deficiencias en el establecimiento: desde la ausencia de sistemas de extracción de humos, hasta la falta de baños adaptados y un sótano con acceso denegado. Esto no es un episodio de “Pesadilla en la cocina”, es la vida real.
Ante tales irregularidades, se emitió un requerimiento de subsanación. Pero el tiempo pasó, las tortillas giraron, y la churrería seguía funcionando como si tal cosa. Sin solucionar el más mínimo desperfecto, los responsables del local optaron por seguir sirviendo churros en un entorno que, según los técnicos municipales, representaba un “peligro extremo”. Porque una freidora sin campana extractora no es solo una falta, es una bomba de relojería en aceite hirviendo.
La normativa, esa gran olvidada
Y es que en España tenemos nuestras cosas, sí, pero también tenemos normativa. La regulación que afecta a los locales de hostelería no es una sugerencia, es de obligado cumplimiento. En especial cuando se trata de espacios con elementos de calor y aceite a altas temperaturas. No tener una campana extractora industrial no solo es irresponsable: es jugar a la ruleta rusa con fuego, literalmente.
Muchos empresarios hosteleros que empiezan no prestan la debida atención a aspectos fundamentales como el mobiliario de hostelería, la ventilación o la seguridad contra incendios. Montar una churrería no es solo freír churros, es construir un entorno seguro para trabajadores y clientes.
Persistencia en la irregularidad: una decisión que pasa factura
Los técnicos volvieron al local en una segunda inspección, ya con la esperanza de encontrar los problemas resueltos. Pero lo que encontraron fue lo contrario: no solo no se había instalado ninguna campana extractora industrial, sino que además el sótano seguía siendo un misterio sin resolver, al estilo de una novela negra malagueña. ¿Qué escondía aquel rincón vetado? Nadie lo sabe aún, porque los propietarios denegaron el acceso por segunda vez.
Fue entonces cuando la maquinaria administrativa se puso en marcha: medida cautelar y cierre del local hasta nuevo aviso. No es venganza, es protocolo. La salud pública y la seguridad no son temas opcionales en el sector hostelero.
Redes sociales al rescate… o al hundimiento
En un intento de ganar apoyo popular, los propietarios del establecimiento compartieron imágenes del local en redes sociales. Lejos de generar empatía, las fotos sirvieron a los técnicos para detectar nuevas deficiencias. A veces, el intento de limpiar tu imagen puede dejar al descubierto la verdadera suciedad.
Ante la reiteración de infracciones y la imposibilidad de garantizar unas condiciones mínimas de seguridad, el Ayuntamiento no tuvo más remedio que cerrar la churrería. La reapertura queda supeditada a que se subsanen todas y cada una de las irregularidades.
La importancia de cumplir con la normativa
Lo ocurrido en Málaga no es un caso aislado. Cada vez son más los locales que se ven obligados a parar su actividad por no atender a los mínimos que exige la ley. Y no hablamos de caprichos burocráticos, sino de requisitos que garantizan que nadie salga chamuscado de su desayuno.
Quienes estén pensando en montar un negocio de este tipo harían bien en repasar la normativa específica para cocinas industriales. Para facilitar esa tarea, pueden consultar esta guía completa de obligado cumplimiento: https://ardawest.eu/cumplir-con-la-normativa-campanas-extractoras-cocinas-industriales/
Del humo al cierre, por no prevenir
Una churrería cerrada no es solo un negocio menos. Es una alarma para todo un sector que, en muchas ocasiones, se lanza a la aventura sin tener en cuenta los elementos técnicos básicos. Una campana extractora industrial no es un lujo, es una necesidad. Y contar con el mobiliario adecuado, homologado y funcional puede ser la diferencia entre un local lleno o una persiana echada.
Si va a emprender en hostelería, hágalo bien desde el principio. Consulte a expertos, invierta en seguridad, y no ignore la normativa. Porque si no, su historia puede acabar como la de esta churrería: entre humo y papeles, pero sin churros.