La cera, el fuego y un extintor salvador

Una depilación que casi acaba en tragedia

Hay veces que la rutina engaña. Que por haber hecho algo cien veces sin consecuencias, uno baja la guardia. Eso fue lo que le pasó a una vecina de la calle Carlos Velo, en Barrocás, Ourense. La mujer, en pleno ritual de depilación casera, puso a calentar una olla con cera. Lo había hecho mil veces, sin accidentes. Pero esta vez, la cera ardió. Literalmente. Un fuego rápido, traicionero, de esos que en segundos convierten una cocina en una trampa.

El aviso a bomberos y un héroe inesperado

Lo primero que hizo fue pedir ayuda. Llamó a los bomberos con el corazón en un puño. Pero mientras llegaban, no se quedó de brazos cruzados. Salió al rellano, cogió un extintor que estaba ahí como quien deja las llaves del coche en la entrada, y lo usó. Sin dudar. Sin ponerse a pensar si eso era para fuegos de clase B o si la presión estaba bien. Lo usó y punto. Y funcionó. El fuego se apagó antes de que llegaran los bomberos. Ese extintor no era decoración. Era una herramienta de vida.

¿Y si no hubiera habido extintor?

Lo que no se dice en la noticia, pero que hay que plantear, es: ¿qué habría pasado si en ese rellano no hubiese habido un extintor? Fácil: el fuego se habría propagado. La cocina habría quedado arrasada, quizá el piso entero, y quién sabe si el bloque. No es exageración, es física. Por eso tener un extintor a mano no es un capricho, ni una manía de gente precavida. Es una necesidad. Si aún no tienes uno, ya estás tardando en comprar extintor para tu casa, tu coche o tu negocio. Y si lo tienes, míralo con respeto.

El humo: el enemigo silencioso

Cuando los bomberos llegaron, el fuego ya estaba apagado. Lo que quedaba era humo. Denso, pegajoso, tóxico. Lo suficiente como para que la vivienda quedase inhabitable por un buen rato. Ventilaron todo. Y menos mal. Porque lo que mucha gente no sabe es que el humo mata más que el fuego. Por inhalación, por asfixia, por gases tóxicos. Otro motivo para tener el equipo en regla. Y si ese extintor llevaba años sin tocarse, bien haría la comunidad en retimbrar extintores ya mismo. Porque una cosa es tenerlo. Otra muy distinta, que funcione cuando debe.

No es una anécdota, es una lección

Esta historia no es solo curiosa. Es didáctica. Es un aviso para todos los que piensan que los accidentes domésticos “les pasan a otros”. No. Les pasan a todos. A cualquiera. En cualquier momento. Una olla de cera, una sartén olvidada, una regleta con exceso de carga. Y de pronto, el fuego. Sin avisar. Por eso este caso debe hacernos reflexionar: ¿qué haríamos nosotros en su lugar? ¿Tenemos un extintor? ¿Sabemos usarlo?

Extintores en comunidades: obligación y sentido común

Aquí viene otro punto interesante. Ese extintor no estaba en la casa, sino en el rellano. Eso indica que la comunidad tenía instalados extintores comunes. Lo cual, aunque no obligatorio en todas las comunidades, es una práctica altamente recomendable. Y que en este caso ha demostrado ser eficaz. De hecho, muchas aseguradoras ofrecen mejores condiciones si el edificio cuenta con estos dispositivos. No es solo por cumplir, es por proteger. Por responsabilidad.

Cera caliente: la trampa del fuego invisible

Volvamos al inicio. ¿Por qué arde la cera? Porque tiene un punto de inflamación alto, pero una vez lo alcanza, arde como gasolina. Es silenciosa, no echa humo hasta que ya está en llamas, y cuando prende, lo hace de golpe. Además, no se puede apagar con agua. Reacciona. Explota. Así que nada de echarle un chorro del grifo. Solo un extintor sirve. Uno bueno. Uno pensado para fuegos de tipo B, como los de líquidos inflamables.

Formación básica: imprescindible

Muchos dirán “yo no sabría ni cómo usarlo”. Y ahí está el fallo. Porque tan importante como tener el extintor es saber usarlo. No hace falta hacer un máster. Basta con una sesión de 10 minutos. Saber quitar el pasador, apuntar a la base del fuego, presionar y barrer. Eso es todo. Pero claro, si no se ha hecho nunca, en medio de un incendio no es momento para improvisar. Igual que uno aprende a usar el microondas o el aire acondicionado, debería aprender esto.

El efecto cadena de un buen ejemplo

Lo curioso es que, desde que se publicó esta noticia, han sido varios los vecinos de la zona que han preguntado por extintores. Algunos para casa. Otros para la comunidad. Ese es el poder del ejemplo. Cuando algo pasa cerca, nos toca más. Nos hace pensar. Y si este incidente ha servido para que más hogares estén preparados, bienvenida sea la historia. Eso sí: mejor prevenir que apagar. Porque no siempre acaba bien.

La diferencia entre un susto y una tragedia

Pongamos los hechos en orden. Una mujer sola, un fuego en la cocina, una olla en llamas. Sin extintor, eso habría sido titular nacional. Con extintor, fue una anécdota. Esa es la diferencia. Un cilindro de polvo químico de menos de cinco kilos, que vale menos de lo que cuesta una multa de tráfico, y que puede salvar vidas. Así de simple. Así de necesario.

¿Y ahora qué? Mantenimiento, revisión y conciencia

Este es el momento perfecto para revisar el equipamiento contra incendios en casa. No solo si tienes extintores, sino si están en regla. ¿Fecha de caducidad? ¿Presión correcta? ¿Sello de revisión? Y si vives en una comunidad, pregunta al presidente si los han revisado. Si no lo sabes tú, nadie más se va a preocupar. Y luego vienen los sustos.

¿Qué extintor necesito en casa?

Mucha gente no lo sabe, pero no todos los extintores son iguales. Los más recomendados para viviendas son los de polvo ABC de 6 kg. Cubren fuegos sólidos, líquidos y gases. Pero también hay opciones más compactas, como los de 1 o 2 kg, ideales para cocinas o coches. Lo importante es que estén homologados, que tengan el marcado CE y que los compres en sitios especializados, no en cualquier tienda online.

¿Dónde colocarlo? Que esté y que se vea

Otro error común: tener el extintor, pero guardado detrás de la escoba, en un armario o en el trastero. No. El extintor debe estar visible, accesible y a la altura adecuada. En la cocina, cerca de la salida, o en el pasillo principal. Y si tienes varios pisos, uno en cada planta. No se trata de decorar, sino de actuar rápido. Los segundos importan.

Lo barato sale caro

Algunos intentan ahorrar con extintores de baja calidad, sin homologación o con ofertas sospechosas. Error. Un extintor que no funciona cuando lo necesitas es como una cerradura sin llave. Un adorno inútil. Por eso siempre hay que comprar a través de empresas especializadas como Mundo Extintores, donde no solo te venden el aparato, sino que te asesoran y te ofrecen mantenimiento.

¿Cuándo hay que retimbrar?

Ya lo dijimos antes, pero no está de más repetirlo. Cada 5 años, por ley, hay que hacer el retimbrado del extintor. Es un proceso obligatorio que garantiza que el cilindro está en buen estado. Y si no se hace, el seguro puede negarse a pagar en caso de incendio. Así que nada de “ya lo haré”. Lo haces o lo pagas. Mejor lo primero.

La cultura del fuego: lo que no se enseña

En colegios, institutos, universidades… ¿quién enseña a usar un extintor? Nadie. Pero deberíamos. Debería formar parte de la educación básica. Como saber reciclar o hacer una maniobra de Heimlich. Porque el fuego no perdona ignorantes. Solo actúa. Y tú decides si lo enfrentas preparado o como un espectador de tu propia desgracia.

Reflexión final: ¿Y si hoy te toca a ti?

Cierra los ojos y piensa: si ahora, en tu cocina, estallara un fuego, ¿sabrías qué hacer? ¿Tienes un extintor? ¿Funciona? ¿Sabes usarlo? Si la respuesta es no a cualquiera de estas preguntas, ya sabes lo que tienes que hacer. Porque no todos los días tienes un bombero a cinco minutos. Pero sí puedes tener un extintor a un metro. Y eso, a veces, es la diferencia entre contarlo… o que te lo cuenten.