El calor aprieta y los sindicatos exigen respuestas: protocolo o negligencia

El calor aprieta y los sindicatos exigen respuestas: protocolo o negligencia

Trabajar bajo el sol ya no es una opción, es un riesgo evitable

Hay alertas que deberían bastar para detener la maquinaria y dar paso al sentido común. La de este lunes en Zaragoza, sin ir más lejos, activó todos los avisos meteorológicos posibles. Temperaturas que rozaron los 42 grados, humedad que ahogaba y trabajadores que, pese a todo, seguían echando horas como si nada. ¿Y las medidas de protección? En muchos casos, ni estaban ni se las esperaba.

Los sindicatos, una vez más, fueron los primeros en dar la cara. UGT y CCOO alzaron la voz —como ya han hecho durante demasiados veranos— para exigir lo básico: un protocolo obligatorio y eficaz que ampare al trabajador ante el calor extremo. Lo pidieron con contundencia. Y lo hicieron con una mezcla de indignación y hartazgo.

Porque esto ya no va de climatología. Esto va de responsabilidad. Y de vidas.

Trabajar a 40 grados: lo que antes era anécdota, hoy es negligencia

Lo que en otros tiempos podía tomarse como “cosas del verano”, ahora es un riesgo sanitario real. Los informes lo avalan, los partes médicos lo confirman y las urgencias lo constatan: el golpe de calor no es una posibilidad, es una amenaza diaria para muchos trabajadores.

Y no, no se soluciona diciendo “que beban más agua” o “que paren cinco minutos”. El cuerpo humano no está preparado para operar en modo horno durante ocho horas. Quien lo crea, debería hacer el turno entero en un andamio a 39 grados sin sombra.

La prevención se demuestra con hechos, no con folletos

Hablamos mucho de seguridad laboral, pero a menudo olvidamos lo más básico. Por ejemplo, un extintor. ¿Cuántos lo tienen cerca en su lugar de trabajo? ¿Cuántos saben usarlo si hace falta? Y sobre todo, ¿cuántos lo revisan con la regularidad que exige la ley?

El extintor es símbolo de prevención real. Está ahí para cuando todo falla. Igual que los protocolos térmicos deberían estar listos para activarse en cuanto el termómetro sube por encima del umbral de riesgo.

Precios de extintores

Que nadie venga ahora a justificar su ausencia con la excusa del coste. Los precios extintores son ridículos comparados con lo que puede evitar su presencia. Un extintor de polvo polivalente cuesta menos que una comida de empresa. Y puede salvar una vida.

¿Qué tiene que pasar para que las empresas reaccionen?

Cuando se activa una alerta naranja por calor extremo, no es un capricho del meteorólogo de turno. Es una advertencia. Un aviso a navegantes. Y en este caso, a empresarios.

Pero aún hay demasiadas compañías que miran hacia otro lado. Que piensan que lo importante es entregar el pedido, cerrar el mes o acabar la faena. Y si alguien se marea, ya se verá.

Hasta que ocurre el primer desvanecimiento. El primer traslado en ambulancia. El primer ingreso. O el primer parte por incendio provocado por sobrecalentamiento, instalaciones deficientes o un mal uso de maquinaria expuesta al calor.

Entonces, ya no hay excusa. Pero ya es tarde.

El calor no entiende de convenios: afecta a todos por igual

Albañiles, conductores, limpiadoras, operarios de mantenimiento, jardineros… todos expuestos a jornadas tórridas que desafían los límites de la resistencia. Algunos con protección mínima. Otros, ni eso.

Y mientras tanto, el aire acondicionado de algunos despachos sigue marcando 22 grados. Bien por ellos. Pero que no se les olvide que fuera hay gente sudando a chorro para que esos despachos sigan funcionando.

No es una queja, es una denuncia colectiva

UGT y CCOO no se han limitado a lanzar un comunicado. Han exigido que el Gobierno de Aragón —y por extensión, todas las administraciones— impongan normas claras y firmes: reorganización de horarios, pausas programadas, zonas de sombra, acceso constante a agua fresca y, si hace falta, suspensión de actividades al aire libre.

Y no, no vale con buenas intenciones. Las medidas deben aplicarse. Vigilarse. Sancionarse si no se cumplen.

Formación, revisión y sentido común: el triángulo que puede cambiarlo todo

Lo dicen los expertos una y otra vez: no basta con tener equipos, hay que saber usarlos. Tener un extintor en la pared sin revisar es tan inútil como tener un botiquín vacío. Y tener un protocolo de calor que nadie aplica es tan efectivo como un paraguas con agujeros en plena tormenta.

Por eso, la clave está en la combinación: formar al personal, revisar instalaciones y equipos, y aplicar el sentido común antes de que el desastre se haga presente.

Si se puede evitar, es imperdonable no hacerlo

El calor ya no es excusa para la inacción. Es motivo más que suficiente para detener tareas, adaptar rutinas y proteger a quienes siguen trabajando mientras el asfalto quema.

No estamos pidiendo lujos. Estamos reclamando lo mínimo: dignidad, prevención y responsabilidad.

Y como en todo, el ejemplo empieza por lo pequeño: un extintor bien ubicado, revisado, y a punto. Porque si eso falta, imagina lo demás.

El verano seguirá llegando. Las olas de calor también. Pero las consecuencias pueden cambiar si empezamos a actuar como se debe. No mañana: hoy.