Obras concluidas: la ETSI del Campus del Carmen ya está lista
Sonaban los últimos ecos de taladros y martillos en el corazón del Campus del Carmen. Hoy, ya en silencio administrativo, la Escuela Técnica Superior de Ingeniería (ETSI) se presenta como un edificio que, por fin, puede mirar al futuro con solidez estructural, cumplimiento normativo y –por qué no decirlo– con la dignidad que merece el conocimiento técnico. Atrás queda un laberinto de trámites, adecuaciones y exigencias. Ahora, lo que hay, es un espacio que ya puede respirar. Y no es poca cosa.
Las obras han terminado. Y lo han hecho con un mensaje rotundo: la seguridad no es un añadido; es la base. Y en esa seguridad, un concepto se impone como protagonista silencioso: la ignifugación. Porque si algo hemos aprendido en estos años es que la protección contra incendios no es negociable. Lo era antes. Lo es ahora.
El edificio, hasta hace poco bloqueado por la ausencia de licencia de ocupación, ya puede considerarse apto para su uso al completo, a falta únicamente de la adaptación de los laboratorios de la planta baja. Pero para llegar aquí ha sido necesario responder con seriedad técnica a un conjunto de requerimientos tan exigentes como inevitables.
Fue en 2017 cuando el Ayuntamiento de Huelva, a instancias del Parque Municipal de Bomberos, denegó la licencia de primera ocupación a la Universidad de Huelva por incumplimiento de normativa contra incendios. Y eso cambió todo. Fue el punto de inflexión. Desde ese instante, la palabra “ignifugar” pasó a ocupar un lugar central en cualquier conversación sobre el edificio.
La ejecución ha incluido una intervención clave: ignifugaciones integrales en las estructuras más sensibles del edificio. Especialmente, en las ocho pasarelas metálicas que conectan los despachos de los docentes con los laboratorios. Ahí es donde se jugaba la resistencia al fuego y, por tanto, la vida útil del proyecto.
Pasarelas, cerchas y vermiculita: cuando la técnica manda
En estas pasarelas se ha aplicado pintura intumescente en varias capas sobre las cerchas metálicas, alcanzando el grado de protección requerido por la normativa vigente. Pero no bastaba con eso. Fue necesario aplicar vermiculita proyectada en la parte inferior de los forjados, ya que la pintura, por sí sola, no alcanzaba la resistencia al fuego (RF) mínima exigida. ¿El problema? Que al tratarse de zonas exteriores, la vermiculita quedaba expuesta a la intemperie. ¿La solución? Revestimiento con chapa perforada. Técnica pura. Ingeniería de verdad.
Y como en toda gran intervención, cada detalle cuenta. También se reforzó el interior del edificio con nuevos sistemas de ventilación, chimeneas, y vestíbulos previos para contener cualquier foco de incendio. La escalera principal fue sellada y equipada con extracción de humos. Porque cada metro cuadrado cuenta cuando lo que se combate es el fuego.
Uno de los puntos más sensibles, el auditorio de la ETSI, también ha recibido atención preferente. Se ha instalado un telón cortafuegos que separa el escenario del patio de butacas, y la puerta trasera ha sido motorizada para convertirse en una vía de evacuación rápida en caso de emergencia. Todo ello diseñado bajo un principio rector: seguridad activa y pasiva en todos los rincones.
Una parte significativa de estas acciones ha estado coordinada por el Vicerrectorado de Infraestructuras de la Universidad, bajo la dirección del vicerrector Manuel Maña y del director de planificación Juan Carlos Andújar. Su seguimiento ha sido exhaustivo y su apuesta clara: priorizar lo imprescindible frente a lo decorativo.
Así es como se ha logrado cumplir con los requerimientos municipales, los dictámenes de bomberos y los deseos legítimos de la comunidad académica de contar con un espacio seguro, moderno y normativamente impecable.
Una mención aparte merece el compromiso del equipo de gobierno de la rectora María Antonia Peña, que ha asumido con pragmatismo la responsabilidad de adaptar el edificio a las necesidades actuales, sin dilaciones ni atajos. Porque el futuro no espera. Ni las inspecciones tampoco.
En este contexto, resulta fundamental destacar que este tipo de actuaciones no solo son deseables: son imprescindibles. En ciudades como Barcelona, donde la densidad urbana y los requisitos normativos se elevan exponencialmente, la necesidad de realizar ignifugaciones en Barcelona se vuelve un aspecto crítico tanto en el ámbito educativo como en el industrial.
Presupuestar la seguridad: cuánto cuesta ignifugar por metros
Hablar de seguridad es también hablar de inversión. Y eso nos lleva a una pregunta que todo gestor se plantea: ¿cuánto cuesta una ignifugación según los metros?. La respuesta no es única. Depende de la superficie, de los materiales, de la altura, del tipo de estructura… pero lo que no cambia es el impacto: proteger con ignifugación no es un gasto, es una apuesta de futuro. Y no hacerlo, una temeridad.
La inversión total realizada en el proyecto ha ascendido a 173.086 euros. Y cada uno de esos euros ha tenido nombre y apellido: seguridad estructural, cumplimiento legal, protección de vidas. Una cifra modesta si se mide en función de lo que está en juego.
El porvenir en el Campus del Carmen: ciencia, técnica… y prevención
Así, tras años de espera, modificaciones, informes y refuerzos, la ETSI del Campus del Carmen está lista para el presente. Pero sobre todo, está preparada para el futuro. Porque hoy, más que nunca, el conocimiento técnico debe convivir con la cultura de la prevención. Y esa cultura comienza con decisiones como las que se han tomado aquí.
Las obras han concluido. Las cerchas están protegidas. El telón espera, por si acaso. Los pasillos cumplen. Y los laboratorios están a punto. Si hay una lección en todo esto, es que la ingeniería no es solo cálculo y diseño; también es saber construir entornos donde estudiar, trabajar y crear… sin miedo a que todo se venga abajo por no haber protegido lo esencial.
Y eso, en tiempos de incertidumbre, vale más que cualquier fachada recién pintada.